Nosotros

Una pandilla de muchachos encaramados en un muro bajo, cámaras de teléfonos inteligentes en la lista, mientras que grupos de hombres viejos animados convergían en un solo sentido minúsculo callejón se fusionó con una esquina derecha fuerte, cuesta arriba en una calle ligeramente más grande.
 
Atrapado en esa esquina, rozando las antiguas casas de piedra en ambos lados, fue un minivan Alquiler rojo cereza incongruente. Al volante, ni disfrutar de la belleza ni la camaradería del viejo mundo, se sentó I.
 
Un recorrido en coche de pueblos blancos de Andalucía, o pueblos blancos, es un punto culminante de cualquier viaje a España - siempre y cuando no trate de conducir a través de ellos. (Nota mental: Aprender a manejar con transmisión manual para que no se cargan con los vehículos gigantes con transmisión automática.)
 
Durante dos viajes a finales de enero y principios de junio, me tomé unos días de descanso de las grandes estrellas de la región - las ciudades impresionantes de Sevilla, Córdoba y Granada - para pasear por el campo.
 
Exploré siete pueblos blancos: Algunas están escondidas en los valles de las montañas brumosas, otras dan al Mediterráneo, los demás siguen gobernando las tierras de cultivo desde lo alto de colinas rocosas.
 
Desde la carretera, todos se ven como la encarnación perfecta de la encalada sur fantasía pueblo europeo, salpicado de flores de color rosa pálido de árboles frutales en invierno y brillantes enredaderas de buganvillas de color púrpura en verano. Dentro de su fresco, callejones silenciosos se encuentran monumentos de siglos de antigüedad, muchos que reflejan la historia de la región como el último reducto de la dominación islámica en Europa antes de los ejércitos cristianos reconquistaron ella.
 
Y dentro de ellos también se encuentra la generosidad de la Andalucía: la más preciada de los jamones, jamon iberico de bellota, todo tipo de mariscos fritos y aceitunas marinadas, y el lúpulo de la cerveza baratísima me mal necesitaba después de desenredar el alquiler ileso de su 1,5 metros de ancho (5 pies) de agarre calle.
 
Acantilado y ciudadelas
 
La pueblos acantilado visité, Arcos de la Frontera y Zahara de la Sierra, representan los extremos opuestos del espectro como destinos turísticos.
 
Arcos, un salto fuera de la autopista principal que conecta la capital regional Sevilla con la ciudad portuaria arreglada de Cádiz, tiene una larga lista de impresionantes iglesias y palacios acurrucados dentro de sus muros. Pasé una mañana subiendo por sus empinadas callejuelas adoquinadas, revestida con macetas de flores y rejas de hierro forjado, y más de un puñado de signos de tapas en Inglés.
 
El castillo oscuro de Zahara, inmerso en el paisaje de oliva-tachonado, se cierne sobre un puñado de casas apretadas que cuelgan al afloramiento rocoso que se adentra en un lago artificial. El pueblo es tan pequeño, y las carreteras de manera remota, de que me encontré con un montón de lugareños tomando su paseo de la tarde, o dar un paseo, a lo largo de la carretera principal.
 
CANYON habitantes
 
Ronda y Setenil son los extremos equivalentes para los pueblos del cañón-abrazo. Este último se desliza profunda debajo de las capas de roca de río erosionado, sus casas con forma de cueva y tiendas de comestibles que evocan una versión contemporánea de las viviendas nativas en el suroeste de Estados Unidos.
 
La parte antigua de Ronda se separa de nuevo por una de 100 metros (328 pies) de tajo río vértigo llamado El Cañón del Tajo, que los lugareños la lengua en la mejilla llaman el cañón de un lenguaje profano español común que escapa a muchos primero visitantes -Tiempo cuando se asoman al abismo desde el puente del siglo 18.
 
Lo crucé, a pie, una noche de enero antes de una profunda niebla se levantó del rugiente río abajo. Un corto paseo a pie me llevó más allá de muchas iglesias ornamentadas, edificios con balcones y palma-y-Plane flecos parques para dos ejemplos principales del estilo islámico y cristiano mixto que caracteriza a Andalucía.
 
La atracción principal es el Palacio de sólidos, de dos torres de Mondragón, que fue la residencia tanto de los gobernantes musulmanes y cristianos conquistadores entonces. Pero quizás mi favorito se quedó en solitario en una pequeña plaza - un minarete de ladrillo del siglo 14 se volvió campanario con un arco de herradura típicamente islámico.
 
También escondido, en la nueva ciudad, cerca de la famosa del siglo 18 Plaza de Toros que muchos consideran la cuna de la tauromaquia española, era mi otro favorito de Ronda: la taberna Bodega el Socorro.
 
En la lluvia que a menudo, he seguido hay un flujo constante de fieles hambre que surgió de una misa incienso llena de lleno con el obispo de visitas. Al igual que ellos, hice provoquen graves daños en el bosque del que sobresale jamones de cerdo ibérico, de negro con pezuñas de bellota.
 
ALDEAS DE MONTAÑA-abrazo
 
En el sur y al oeste de las montañas de Ronda es una profusión de pueblos aislados, entre ellos uno azul inusual, Júzcar, que fue pintado de esa manera en 2011 como publicidad para una película de Los Pitufos.
 
Mi elección fue Grazalema, encajando perfectamente en el risco de una montaña cubierta de niebla abeto cubierto. Llegué a él subiendo a más de 1.500 metros (5.000 pies) en torcer los caminos que parecían más suizo que español.
 
Entre las dos iglesias del siglo 17 que enmarquen su núcleo de casas con techo de terra cotta muchos recuerdos de su larga historia, incluyendo una fuente de agua con dos rostros con los ojos abiertos como chorros de agua, dijo a la fecha a la época visigoda.
 
SEASCAPES
 
Para mi última parada, visité dos pueblos turnándose para cuidar un lugar donde el Atlántico y el Mediterráneo se encuentran, las aguas que una vez llenaron de piratas.
 
La primera, amurallado Vejer de la Frontera, se enrolla como una concha de caracol alrededor de un castillo colina e incluso cuenta con un par de molinos de viento.
 
Este último, el antiguo bastión islámico de Frigiliana, tiene vistas a Nerja, un popular, bonita ciudad balneario, y colinas cubiertas de plantaciones de aguacate.
 
Macetas con flores, marcos de puertas y ventanas pintadas de vivos colores, y decenas de tiendas de cerámica dan explosiones de color, pero mantienen mirando hacia abajo: Los mosaicos de guijarros intrincadamente blanco y negro-que abren sus callejones y pasos son el verdadero destacado y tan hermoso como el los celebrados en Riviera italiana, algunos 1.000 millas (1.600 kilómetros) al este de la costa mediterránea.
 
Vi la puesta de sol desde un café al aire libre en la parte inferior del centro histórico acantilado de Frigiliana, bebiendo una cerveza y comiendo tarta de aceitunas verdes - para una factura total de menos de 2 dólares - mientras esperaba por mi viaje.
 
Para mi último pueblo blanco, salí de la conducción a la de autobuses públicos.

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